miércoles, 22 de septiembre de 2010

LLEGADA A CANADA

Explicar cómo he acabado en Canadá este verano en pocas líneas es bastante sencillo: unos tres meses de preparativos y un par de vuelos han bastado para terminar en Vancouver un lunes de septiembre. Dicho así suena bastante fácil, pero no lo es. En primer lugar porque preparar un viaje por un país gigantesco como es Canadá implica decidir qué zona quieres visitar y, sobre todo, de qué vas a prescindir porque salvo que se disponga de unos seis meses libres y el dinero suficiente (que no es el caso) es imposible recorrerlo entero; ni siquiera es posible conocer bien las zonas que se van a visitar, si tenemos en cuenta que algunos de los parques nacionales que hay en este país superan el tamaño de un estado pequeño. Y en segundo lugar, porque gracias a las aerolíneas de bajo coste (Iberia incluida) cosas que antes eran relativamente sencillas (como enlazar con un vuelo transoceánico en Heathrow con un horario razonable), se han complicado sustancialmente. Casi me llevó mas tiempo llegar a ese aeropuerto que cruzar después el charco.


Pero el hecho es que un lunes a última hora de la tarde estaba en Vancouver, ciudad de la que me marché a la mañana siguiente sin ver nada mas que las calles por las que pasé en el autobús. Esa  noche la pasé en el HI Vancouver Downtown, un hostel o albergue para mochileros que, al menos aparentemente, está bien situado, bastante cerca de casi todo lo que se supone que hay que ver en esa ciudad. Y digo aparentemente porque como no la he pateado no sé hasta que punto esto es cierto o no. Al menos por ahora. Hasta el momento mis recuerdos de Vancouver son el jet lag (me desperté a eso de las cinco de la mañana y eso que estaba muerto de sueño) y que los autobuses de línea de la ciudad no admiten billetes ni dan cambios de moneda así que hay que ir con el dinero justo. Bueno, para ser justos también recuerdo el horroroso café expreso que me tomé en la estación de autobuses. Sabía como si mas que tostar el café lo hubiesen incinerado.

El motivo de que por ahora no tenga ni idea de cómo es Vancouver es que he dejado esta ciudad para el final de mis vacaciones, y ello porque mis planes consistían en ir a la Isla de Vancouver a la mañana siguiente a mi llegada, cruzar la isla de punta a punta (unos 600 Km. y eso sin desviarse) y llegar a Port Hardy con tiempo suficiente para coger un ferry a Bella Coola el sábado siguiente, teniendo en cuenta que por el camino quería hacer varias paradas. Aclaración: la ciudad de Vancouver, situada en el continente, es la mas importante de la Columbia Británica (a partir de ahora BC), aunque no su capital. Ésta es Victoria, ciudad bastante mas pequeña que está en la Isla de Vancouver, situada justo enfrente de la ciudad a una hora y media de ferry del continente. Así pues, al menos en BC una ciudad y una isla tomaron su nombre del Capitán George Vancouver, de la Royal Navy. Y este es el lugar por el que voy a empezar mis algo mas de tres semanas de viaje por la costa oeste de Canadá.

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