martes, 28 de septiembre de 2010

VANCOUVER ISLAND (II). PORT HARDY

A mi entender, sólo hay dos razones para ir a Port Hardy y a mi me interesaban las dos. La primera es el Cape Scott Provincial Park. Y la segunda es que tengas que coger un ferry hacia el norte. También están los osos pero ésos están en muchos otros lugares que no están tan a desmano. El pueblo como tal no tiene nada. Un par de albergues para mochileros, una iglesia (de confesión desconocida para mi), la gasolinera, varias tiendas y un minimuseo, aunque no sé sobre qué. ¡Ah! Y un par de restaurantes (???) que empataban en cuanto a la carta y el nivel de calidad. Lo sé porque el día que me iba tuve que escoger uno para comer y no fue una decisión nada fácil. Amplio surtido de hamburguesas y sándwiches y ni un solo plato de pescado. Curioso para tratarse de un puerto. No imagino por qué les gustará pescar a los canadienses. Supongo que lo que capturen se lo darán a los perros o algo similar…

El Parque Provincial Cape Scott está en el extremo noroeste de la Isla de Vancouver. Para llegar hay que recorrer una pista forestal de tierra de unos 60 km en un trayecto que te lleva del orden de hora y media, incluyendo algunas paradas de vez en cuando para tirar algunas fotos. La pista en general está en buen estado pues la mantienen los madereros de la zona, así que se puede circular sin mas preocupación que la de evitar los gigantescos camiones de troncos que circulan por ella a toda pastilla. Bueno, tampoco hay que obviar el hecho de que la eterna humedad hace que casi siempre haya un barrillo que hace patinar el coche constantemente, pero a esto te acostumbras y con tal de no correr no hay problema. Incluso resulta divertido, al menos para mí.

Una vez que llegas al parque básicamente se te ofrecen un par de opciones: la primera es una caminata de unos 17 km cruzando el bosque hasta llegar a una playa, desde donde puedes seguir andando hasta otras playas o hasta el cabo Scott, donde está el clásico y fotogénico faro; y la segunda opción es una caminata de algo mas de dos km y medio cruzando el bosque hasta llegar a otra playa. La primera opción implica acampar en el parque, aunque se puede hacer en un día madrugando muchísimo y volviendo de noche, así que la descarté. Para mí la segunda opción vale la pena. Si no tienes intención de acampar, la primera es andar por andar. Y con la segunda se llega en un rato, tras atravesar un bosque muy frondoso, a una playa preciosa (St. Josephs Bay). Y como salió buen día me pasé varias horas descansando en la playa, con un par de baños incluidos. Eso sí, el agua estaba bastante fría.

Y Ya que el día iba perfecto, para rematarlo a la vuelta me crucé con un par de osos negros que estaban comiendo al lado de la carretera. Así que paré y, sin bajarme del coche como dicen los folletos sobre “peligro, osos” que hay por todas partes, les hice unas cuantas fotos. Realmente no tenían muchas ganas de compañía porque si hacías ademán de acercarte se marchaban corriendo, pero tampoco tenía intención de subestimarlos así que me quedé dentro. Tuve suerte este día. La noche anterior coincidí en el albergue con una pareja de Andorra que se quejaban de que todavía no habían visto ninguno. Ellos marchaban este mismo día a Prince Rupert. Espero que allí les haya ido mejor.

Al día siguiente lloviznaba (tocaba eso) y por la tarde tenía mi ferry a Bella Coola. Pasé la mañana recorriendo los alrededores de Port Hardy y a mediodía me enfrenté a la difícil decisión de qué hamburguesería escoger para comer algo antes de embarcar. Fue complicada la cosa y la verdad es que el empacho me duró hasta la noche. En el local tenían puesto una especie de teletexto con los anuncios locales, entre los cuales se encontraban los próximos actos de las chicas exploradoras (?) y, para mi sorpresa, las fechas de las siguientes reuniones de Alcohólicos Anónimos. Francamente, no consigo imaginar en qué consiste el anonimato en un pueblo en el que se conocen todos, del primer al último vecino, y en el que todo el mundo sabe quiénes son los borrachos del pueblo y quiénes lo han sido… Aunque, para ser sinceros, tampoco entiendo por qué en todos los carteles y rótulos con el nombre del pueblo hay salmones si luego no hay forma de probar uno. En fin, cosas de Port Hardy. De todas formas mereció la pena llegar hasta allí, por lo mucho que me gustó la zona y por lo que vino después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario